sábado, 13 de marzo de 2010

Los sueños olvidados

Los sueños olvidados,
de los atardeceres de antes,
de las mañanas de siempre,
de los amores errantes.
Las promesas de ayer,
los besos que nunca dimos,
y los abrazos que esperamos,
y aquellos que perdimos.
El cielo en mis manos,
y mi vida en las tuyas;
¿volverán los sueños olvidados
de tus manos en las mías?

Cuando resbale mi última lágrima

Cuando resbale mi última lágrima
y oigas en el lecho mi voz tibia,
cuando al más allá se eleve mi ánima
piensa que te he querido, Silvia.
Cuando al tiempo llegues a olvidarme
y surja en el cielo una estrella limpia,
cuando mires atrás al recordarme
piensa que te he querido, Silvia.
Y cuando ante Dios en el altar
entregues a ese hombre una caricia
no hagas caso si oyes llorar;
¿acaso lloran los muertos, Silvia?

Tengo tu nombre grabado a fuego

Tengo tu nombre grabado a fuego en el pecho;
te venero desde esa última lágrima
hasta el primero de tus sentimientos.
En el silencio de tu cuerpo duerme el mío
y sueña contigo, sueña con estos momentos.
Tengo tu nombre grabado a fuego en el pecho,
y en la memoria tu amor, y en alma el recuerdo;
en el ambiente flota un suspiro sincero
y tus ojos me miran, y tu boca me llama;
entonces, surge un beso lejano... y te quiero.

Cuando apartes tus ojos de mi

Cuando apartes tus ojos de mi
y la lágrima quiera resbalar,
cuando la distancia mate después...
habremos aprendido a amar.
Cuando vueles a mi encuentro
y el pulso sienta acelerado,
cuando se crucen nuestras miradas
y un dulce amor haya regresado,
cuando flote ese sentimiento...
entenderé que estás a mi lado.

Te siento lejana

Te siento lejana y triste a mi lado,
callada y silenciosa en el ayer;
cautiva, al haber despertado
tu sonrisa en el amanecer.
A la cárcel de mi alma llegaste
rápida y fugitiva como el viento,
pero luego, al partir, pasaste
la última página en mi cuento.
Alegre y cercana lejos de mi,
con esa dulce mirada perdida;
sintiendo el crepúsculo morir
en la noche donde empieza la vida.

Hermana

Hoy se que me recordarás hermana,
aunque se que nunca me has olvidado.
Y cuando esa rosa se abra mañana
y despierte, te sentiré a mi lado.

Hoy quiero cantarte flojo al oído,
como el susurro del agua en la fuente
que brota en un manantial perdido
y gota a gota cae eternamente.

Hoy el cielo se abrirá para ti
y coronado verás su esplendor,
y la flor que en tu pecho prendí
nunca más llorará de dolor.

Mírate al espejo de tu alma,
acaricia en silencio la luna;
deja que continúe esa llama
que un día retoñará en la cuna.

Busca en la lluvia de primavera
el meditar profundo de las hojas
que sueñan quien será esa primera
tibia y blanca mano que las recoja.

Hoy es día, noche y madrugada,
hoy he olvidado mi soledad.
Hoy te siento cerca en mi alborada
y te quiero, te quiero de verdad.

Dieciséis de Noviembre

Hoy es un dieciséis de Noviembre,
un día en un pasado lejano
que vuelve cada año, como siempre,
como cada invierno, cada verano.
Pero hoy, sé que algo grande ha ocurrido.
¿Que será que turbia mi alma entera?
¿Que maravilloso ser ha nacido
como una rosa en la primavera?
Hoy no llores pequeña, hoy no,
hoy deja tu tristeza a un lado.
Hoy alguien reza por tu amor
y no quisiera saber que has llorado.

Tabarca

Desde mi ventana puedo verte
a veces, entre la espesa bruma,
flotando como una nube blanca
sobre las olas y sobre la espuma.

Allá, donde mar y cielo se funden
en una azulada sinfonía
de luces y reflejos que me avisan
que puedo contemplarte cada día.

Emerges de la mar que te rodea
sumamente sencilla y coqueta;
tan sólo tu iglesia y tus murallas
destacan sobre la larga silueta.

Yo, que he dormido en tus orillas
y despertado en tus blancas arenas;
yo, que he reído con tus alegrías
y también he llorado con tus penas.

Yo sé de tus hombres y tus mujeres
que te cantan antiguas canciones
cuando la luna baja a tu encuentro
para iluminar sus corazones.

He visto al sol arrancarte destellos,
iluminar tu tierra y tus olas,
al crepúsculo envolverte en sombras
y a las estrellas ser tus farolas.

Y cuando la tormenta te visita,
cuando viene la tempestad,
te encierras sobre ti misma, isla,
pensando en tu lejana soledad.

Sueño de marinos y marineros,
del pescador y también de su barca,
que oyen a los vientos decir tu nombre
para que nunca te olviden: ¡Tabarca!

Péndulo

Como un péndulo clavado en la pared
que parecía reírse en la habitación,
se acercaba y se alejaba una sensación
que mezclaba en mis instintos una ciega sed.
Miré cansado por el ventanuco abierto
y recogí mi pensamiento en otro lado;
entonces supe que te habías alejado,
tan lejos y sola, tan rauda como el viento.